En el primer tercio del siglo XIX era dueño de la torre D. Juan Seijas Ulloa, y, según venía recogido en el Diccionario Estadístico Histórico de España, era una fortaleza de construcción sólida. Pese a las distintas modificaciones que sufrió la casa-torre con el fin de acomodarla a vivienda, podemos apreciar aún en ella señales evidentes de la importancia que pudo tener en su época. La parte posterior de la casa tiene una longitud aproximada de unos veinticuatro metros, constando de dos plantas. Pegada a esta fachada está la torre que se eleva un piso más por encima de la casa. En esta parte alta tiene un hueco pequeño de ventana con unas troneras en el piso intermedio y dos en la planta baja, sin duda empleadas para la defensa con armas de fuego.
Este tipo de construcción está llena de historia y de acontecimientos que permanecen reflejados tan solo en la memoria colectiva de la gente. Así, una de ellas habla de que en el patio de la casa había una cadena que descendía desde la torre hasta un pilón y que todo reo perseguido por la justicia que lograse librarse de la cadena era absuelto de todo delito cometido. No menos sorprendente es la que habla de un acontecimiento que tuvo lugar cuando el Gobierno, en su afán de quitarle poder a este tipo de casas, mandaba que se les rebajase su altura. Este tipo de mandatos se sucedían a lo largo de los años y así la última vez que mandaron que se rebajase la torre, su dueño por aquel entonces salió al encuentro del maestro, que era el encargado de dirigir la obra, y, cuando lo encontró, le cortó las manos y le arrebató la documentación que llevaba en ellas. Acto seguido, montó en un caballo y se dirigió hacia el lugar conocido como Pozo de Arqueán en el Río Miño, donde se ahogó.
En la actualidad la casa es conocida por ser el lugar donde nació el laureado pintor Tino Grandío.